Hay noches en las que no se necesitan palabras, sólo el suave murmullo de la lluvia, el calor de tu cuerpo en mi y verte justo allí, durmiendo a mi lado, acariciar la infinidad de galaxias en tu espalda, pensar: tanto perder para llegar a ti, pero valió la pena todo lo vivido, todo lo llorado, todo lo luchado, y luego de un ataque de suspiros, abrazarte y dormir con una dulce sonrisa en mi rostro, con la seguridad de mi despertar en tus brazos, y así, cada noche.

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