La veo y ahí está bailando sola la danza del viento,
la Luna la ilumina y se va metiendo en mi mente,
piernas largas y brillantes bajo el blanco vestido,
nada es comparable a la luz que irradian sus ojos,
mirada de Sol cuando se levantan tus pupilas,
deseos locos de ser el viento para que dances en mi.
Alteras mis días al encontrarte en cada despertar,
sonrisa de blanco marfil que llenas mis mañanas,
de suficientes caderas para llenarme las manos,
fresca y radiante como las flores en primavera,
mis versos mecidos por el viento que trae tu aroma
al café recién hecho con canela y un poco de vainilla.
Encantadora criatura regalo de la sabía naturaleza,
me nace una inquietud curiosa llena de rebelión,
de desvelos esperando verte descender del cielo,
mujer cautivadora de trato dulce y lleno de ternura,
tu sublime cuerpo esculpido en bronce con esmero,
me haces cruzar el cielo azul y doblegar continentes.
Eres como un puente integrador entre tierra y cielo,
hombres llegaran para rendirte pleitesías de todas partes,
pocos accederán al camarín que encierra tu corazón,
solo uno será el afortunado y podrá tenerte en su vida,
el que sus deseos platónicos se crucen con tu mente
tendrá el privilegio de ver bailar a la Diosa de ébano.
Fer Ferrer
Poeta y novelista
