Dicen
que la paciencia es una virtud, a lo que yo añadiría, que es una
habilidad muy difícil de lograr. En mi caso ha implicado renunciar a un
deseo, a un sueño, a la felicidad durante mucho tiempo. Me he tenido que
resignar dejando que las cosas entre nosotros siguieran su curso, que
reaccionarias algún día. He accedido a que tu decidieras el momento, a
confiar en que tu sabias lo que hacías. Mientras
tanto, he sufrido, no he vivido la vida con la intensidad que siempre
lo he hecho, he dejado pasar el tiempo, tiempo que es el único bien que
no se puede comprar, que nunca se recupera. Tú por el contrario, no has
sido capaz de mitigar mi dolor, de demostrarme lo que dices sentir por
mí. Pero todo en la vida tiene un límite, la paciencia también. Estamos
en tiempo añadido, dejaste pasar mil oportunidades, ahora que sientes
que me vas a perder, que te das cuenta lo ciega que has estado, que
estás viviendo la angustia de la que tantas veces te hable cuando yo la
sentía, tengo la convicción de que nada va a cambiar, de que he estado
perdiendo mi tiempo.
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