Me enseñaste que uno puede equivocarse, que a veces los sentimientos no son reales y que las emociones no siempre se mantienen. Me enseñaste a ser paciente pero que al cabo de tanta espera, lo único que queda es la pérdida. Y te doy las gracias porque ahora sé, que después de todo el sufrimiento, me convertí en un alma libre.
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