Recién llego a esta ciudad que aun despierta y me acoge como una gran dama,
no sabría como describirlo pero percibo su olor como el que define cada casa,
es una esencia sumamente notoria que pasa desapercibida para los transeúntes
pero que despierta el sentido del olfato a todo viajero que llega por primera vez,
una ruta aromática que a estas horas de la mañana dirige mi nariz a los cafés.
Al caminar por las calles de esta gran señora siento la fragancia a los azahares,
en mi mente recuerdos de mi niñez que me transportan a tiempos despreocupados
como un bálsamo me trae buenos momentos que me hacen volar hasta mi madre,
cierro los ojos y la veo como cada domingo preparando la comida entre fogones,
no podría verla sin el olfato, el más primitivo de los sentidos y el más fuerte al nacer.
Como una cortesana de modales refinados me lleva entre gentes hasta su puerto,
me va llegando el aroma a los lodos de las salinas produciéndome gran bienestar,
antes paseo junto a un parterre y por un momento me embriaga su tierra mojada,
la nostalgia me recorre llevándome hasta mi abuela regando el césped en verano,
de repente me despierta una brisa ligera y tranquila que viene del mar y me atrapa.
Esta mujer que me abraza con el Sol de la mañana y me acaricia con cada Luna
que con sus efluvios me enamora para que nunca en mi vida me olvide de ella,
con el olfatear de cada rincón aunque el destino no me haga que vuelva a verla
llevare gravado en lo más profundo de mi corazón cada letra de su nombre
y entre mis recuerdos y nostalgias siempre estará tu aroma de gran dama, ciudad.
Fer Ferrer
Poeta y novelista
No hay comentarios:
Publicar un comentario