“He conocido mujeres muy diferentes pero con los mismos errores, abrumadas por mi dar y entrega que se olvidaron de que yo también necesito recibir, ninguna sabía complacer mi alma, pero tuve un día la fortuna de mirarte y supe ahí que dejaría atrás el pasado y viviría el presente. Al principio te ame cobardemente, así como se quieren los que solo sean amantes, con besos de silencios en el aire y lleno de temores al final de cada noche de pasiones. No era tu cuerpo la mayor de todas mis intenciones, podía humedecerte sin rozarte y fue quizá así como supiste amarme. Tantas mujeres sin llegar en verdad a conocerme y tú tan vulnerable me mataste, llenaste mi infierno de placer, nada fue más emocionante que tu ternura al mirarme, nada tan fuerte como tus ojos al devorarme, fui incapaz de controlarme. Contigo supe que existen mil situaciones para amarse, una sola para engañarse, y ninguna apta para defenderse de los placeres. Yo no sé qué sentiste, no sabes porque te quise pero ambos coincidimos en la intimidad. Quizá por esa y más razones eres mi mejor amante, frágil y dominante.”
Diario de un romántico
Fer Ferrer, poeta y novelista
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