Tengo que aprender que el amor de mi vida es como las frutas, que cuando maduran se separan del árbol. Aunque haya sido, sea y siempre será el amor de mi vida debo dejar de extrañarla a cada instante, dejarla ir. Al fin y al cabo, si la vida quiere, nos volverá a reunir. Y si nunca sucede, siempre la recordare como la mujer que me hizo conocer el amor.
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