odo lo vivido con ella llegaba de golpe a mi mente, la noche se hacía larga, no podía dormir, decidí prepararme un café, y ahí perdido en el aroma de ese café me preguntaba si en verdad la amaba, si en verdad disfrutaba cada caricia callada imaginando un gran amor en su mirada.
Acaso era amor eso que me hacía sentir que mis rodillas temblaran cada vez que imaginaba sus caricias recorrer toda mi piel. Acaso era amor o quizá tan solo una locura imaginar que con mis caricias la desarmaba y que en mis pupilas se deleitaba al sentir mis labios reclamando sus labios.
Me he sentido atrapado en este hermoso sentimiento, he creado mi universo en función de ella y he dejado que mi mundo sea solo ella. He querido ser esclavo de su amor, de su voz, de su piel y de pronto siento que estoy flotando en la nada.
Quizá he sido víctima del impulso de mi propio corazón y sin embargo me atrevo a decir que la amo, y que extraño cada momento, cada instante que compartimos. Y así perdido en mis pensamientos me aferro al sabor de su amor, a seguir mirándome en sus ojos y a seguir amándola hasta que se agoten todas mis fuerzas.

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