Soy dueño de mi camino, de mi destino, de mis decisiones y hasta de mis errores. Y no nací sabiendo vivir. Por eso suelo tropezar y en varias ocasiones, llegar a caerme. Pero siempre continuo, siempre lo vuelvo a intentar. Voy paso a paso, acercándome a mi destino. Lo voy trabajando, armando, moldeando. No es fácil ser todo lo que quiero ser, ni lograr cada meta o cumplir cada sueño. Pero tampoco es imposible, y sé que, poniendo todo de mí, obtendré buenos resultados. Nada impedirá que sonría, que luche por mi felicidad, que haga aquello que amo, que sea quien soy. Y es que aprendí a no darme por vencido. Aprendí a ver la vida con los ojos del corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario