Es tan difícil describir toda esa influencia que tenías sobre mí, hay tantas cosas que no sé cómo explicar y que sólo funcionaban mejor cuando estabas conmigo. Eras ese sol que hacía que mi alma se abriera y descubriera aquello que había mantenido entre sombras, entre esperas y entre soledades. Te miraba y se me olvidaba todo, eras esa esperanza que caminaba, que cantaba, que era capaz de cambiar mi mundo si tus ojos me miraban y tu boca me sonreía. Debo confesar que desde el primer día que te amé, que te tuve en ese lugar entre mis brazos y mi alma, todo fue diferente dentro de mí. Tenerte cerca de mí era como sostener entre mis manos a un ángel que había venido a iluminar mi vida, a darle sentido. Era tan diferente todo al sentir amor, que te entregaba mi alma en cada beso y en cada latido.
Hasta que un día aprendí a conocerte, y la semilla que se abrió en primavera mostrándose sin miedo, valiente y arriesgada, pronto se convirtió en invierno y llegaron los miedos, las excusas, los pretextos, las mentiras, los engaños y las ausencias, ya no estabas nunca. Me di cuenta que todo lo que creí que era en ti fortaleza, solo era puro espejismo, una interpretación para embaucarme. Aun así me era imposible no amarte. Tú sabías lo que me provocabas en cada beso que me dabas, y es que cuando cerrabas tus ojos el alma se me iba en medio de suspiros, jugabas conmigo y mis sentimientos. Manejabas tu mirada sabiendo que desnudabas mi alma, con tu sonrisa acariciabas mi corazón entregado, y con la calidez de tus manos me manejabas a tu antojo.
Pero olvidaste que aunque fuiste capaz de cambiar mi vida a mejor, pronto la convertiste en la peor de mis pesadillas, lastimándome, humillándome, provocándome dolor y sufrimiento sin piedad, solo te importaba tu propio beneficio con tu egoísmo, fue entonces cuando me mostraste tu lado más cruel, el de la indiferencia, todo te valía con tal de conseguir lo único que viniste a buscar a mi vida. Y ahora que me hundiste me hablas tu de que no te inflija dolor, cuando aunque viviera varias vidas no podría devolverte el que tú me has provocado.
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