Ámame sin destruirme, cuídame, en tus manos tienes mi corazón. Consérvame para que te siga brindando amor. No destroces mi primavera, con un invierno, lleno de tempestad y horror. No trasgredas el límite de lo bello, qué no se transforme la dulzura lentamente en un duelo entre el deseo y el dolor. Ámame sin destruirme, cuídame como a tu flor, esa que nace de tus entrañas, cuando la riegas, con la suavidad, que tiene el alma.
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