martes, 6 de septiembre de 2016

"QUITATE ESA VENDA"

No puedo arrancar de mis recuerdos nuestro segundo encuentro. Tu mirada sincera y penetrante, tus palabras de amor, tu confianza, tu seguridad y valentía. Tu voz suave, tus suspiros, tus gestos de mujer llena de feminidad. Eras un regalo del cielo hasta convertirte en una sana adicción. Al abrazarte sentí la eternidad, al acariciarte te convertiste en mi religión. Olvidaste tu pasado queriendo construir un futuro, viviendo con la máxima intensidad el presente. Nuestros corazones volaban juntos, nuestras almas se perdían en un paraíso desconocido hasta ese día para los dos. Nuestros cuerpos ardieron con ímpetu en la llama de la pasión. Tus movimientos adornaban el momento, eras todo placer sensual, hechizo, espiritualidad, ternura, y gratitud por tus plegarias al fin cumplidas. Esos ingredientes fortalecían mi ser, mis manos recorrían el camino mágico de tu cuerpo que hasta ese día solo yo supe descifrar. Te convertiste en una mujer irremplazable en mi mundo, un ser que me deslumbró, me atrapó, me enamoró, no queriendo que te alejaras nunca de mi, queriendo para siempre tus besos de miel. Recuerdo tu rostro a cada instante, recuerdo tu aroma y tus manos acariciando las mías. El fuego crepitando por nuestras almas, te recuerdo muy cerca de mi boca, escuchando cada uno de tus gemidos lascivos, tus suspiros alborotados, el roce de tu cuerpo desnudo, nuestros cuerpos fundiéndose en uno solo. Envejecer contigo es el mayor de mis anhelos, no puedo imaginar mayor maravilla. Deja de caminar por la vida con los ojos abiertos sin ver nada, quítate esa venda invisible que te ciega.


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