Nunca los días fueron tan perplejos de luz y calor, pues un día solía verse al sol en su esplendor y al siguiente, las tormentas de arena se mezclaban con los rayos de un cielo enfurecido y el frío que regalaban las olas del mar. Hechos confusos para la mente humana. A todo esto, le incluía mi herida ensangrentada de dolor y tristeza que me acompañaba a cada instante.
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