Hay días en los que no te apetece hacer nada, que lo único que haces es pensar y pensar y pensar. Y por mucho que intentes entretenerte solo piensas, hagas lo que hagas piensas... Si estás viendo una película piensas, si te duchas piensas, si estás comiendo piensas, si estás tumbado piensas, si cierras los ojos piensas... Y lo peor de todo es que no sabes que tanto pensar lo único que te hace es daño.
De un día para otro pasas de cien a cero, de blanco al negro, de la cima al agujero, del cielo al infierno, de la felicidad a... a algo que tampoco se le puede llamar tristeza sino soledad... Eres incapaz de mantener conversaciones coherentes, contestas mal a todo aquel que simplemente se preocupa por ti.
Son días en los que verdaderamente te sientes solo.
Y finalmente de lo único que te das cuenta es que no has sido capaz de dejar atrás ese algo que te hizo daño y que desde entonces has intentado ser feliz, incluso en ocasiones lo has logrado, y has conseguido mostrar al mundo que estás genial, que te sientes de maravilla.
Cuando la única verdad es que no eres capaz de asumir lo evidente.
Y ahora lo único que queda es seguir engañándote o pasar página, que, por lo que dicen, es la opción más acertada.
Cuando llegan los malos momentos es cuando en verdad sabes quién está por ti y para ti de manera incondicional, cualquier problema viene siempre acompañado de una lección que debes de aprender, uno de esos aprendizajes es saber por quien vale la pena luchar y por quien no, pero una cosa, no dejes de lado a esa persona que haría lo que fuera por ti, que te ama ante cualquier adversidad, que nunca sale corriendo por muy mal dadas que te vengan, que te comprende, que te entiende, que solo quiere tu felicidad. Busca su abrazo, su cariño, te sentirás mucho mejor y te acompañara en tu tristeza, quedándose a tu lado en todo momento para consolar tu dolor.
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