viernes, 30 de mayo de 2014

“CARTA A MI CIELO”

Puede ser por los años que se me escaparon sin haberte conocido, por esa amargura que oprime mi pecho, tal vez por la necesidad de querer sentir que vivo, quizá sólo sea porque después de perder las fuerzas y el tiempo todavía quiero creer que tengo una esperanza y así saber que valió la pena tanto que sufrí esperando tu llegada. Quisiera sinceramente que estuvieras aquí, que seas quien me abrace y cree la vida en mí, que me vieras cansado y aún así regalarte una sonrisa, quisiera verte ser una mujer no modelo pero si única, quisiera que nunca te vayas de mi lado. Tal vez sea un milagro lo que deseo, pero es el único sueño que tengo, todo lo que quisiera es una oportunidad para poder hacer lo mejor, dejar de ser este despojo que soy cuando no estás a mi lado. Sabrás de algún modo que siempre fue este mi mayor anhelo, encontrar a la mujer de mi vida, que nunca he querido más otra cosa que alguien que le de sentido a mi vida, también sabrás que jamás tuve mayor miedo que nunca ser o no saber cómo ser, y perderte, me da pavor herir mi único sueño. Los miedos saben bien alimentar el egoísmo, un sin sentido de los sucesos que deja lo mal vivido. Si prometes estar conmigo hasta el infinito, te juro ya más no pido, ni un ruego más le regalo a el destino y olvido los rezos que se me escaparon, pero quédate conmigo porque sé que jamás tendré en mi lo que tanto deseo. No dudes en abrazarme esta noche, el cielo se nubla y quiero por hoy desviar el llanto, no necesito otra vez sufrir la realidad y en delirios creer que todavía puede ser. Tal vez tanto daño en el cuerpo me cansa los motivos, puede ser la poca fe que se nota en mis labios o la indiferente tristeza que ya ni oculto, pero te extraño porque es hoy cuando más te necesito, como siempre, como nunca porque siento que con cada segundo me pierdo y tengo miedo. Quédate hoy a mi lado, déjame estar en tus brazos y hazme un espacio en el corazón. La edad me está quebrando los sentidos y el tiempo seguro me acaricia la agonía de los días, sabe bien las noches que aún me esperan, sabe que por más que me aferre a ti no podre alcanzarte si tú no quieres y será inútil pensarte. Se me atoran los suspiros en el pecho, respirar hace doler cada hueso y aprieto los dientes para callar otro sollozo. Me faltas tú, quien me llame esposo y el reparador amor de tu corazón.


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