Tú que me lees, perdona si a mis letras no le pongo remitente, pero tú a mi llegaste a mi vida desatando pasiones, descubriendo secretos, revelando acertijos, uniendo pedazos rotos de mi alma y corazón para recomponerlos y que ahora con cada letra me dirijo a ti mujer de mi vida.
Se que tu recibes entre líneas lo que te quiero decir y que tú no eres capaz de escribirme lo que aún tú no te permites decir.
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