¿Tan difícil es entender que el destino hizo que yo tuviera en mi corazón tanto amor? Ese amor incondicional como el que tienen los padres a los hijos, ese amor puro que solo busca tu felicidad hasta el punto de preferirla a la mía, y que estés con aquella persona a la que nunca amaste pero que te tengo que ver con ella, que a los ojos de todos parezca que sois una familia perfecta, mientras yo paso los días solo, exclusivamente pendiente de un mensaje tuyo, de que vengas a verme cinco minutos.
Sería un consuelo si estuvieras enamorada de esa persona porque al menos serias feliz y yo aceptaría mi derrota, pero no, mi corazón me dice que no lo has amado nunca y que me amas a mí, entonces si en verdad es como si estuvieras sola, y es porque tu lo deseas así, no llego a comprender ya que realmente poca gente que tiene tanto amor a su disposición, lo rechazas como si fuera algo fácil de conseguir.
¿Tan poca cosa soy? ¿Tan poco me valoras?
No te culpo, no soy nadie ni nada para decirte lo que debes de hacer, quizás no soy capaz de llenar tus expectativas, pero no puedo dejar de preguntarme por qué tu llenas las mías cuando lo único que consigo son lágrimas. Me lastimas donde nadie llegó, en el corazón, y lo abriste para que cualquier ofensa lo afectara y estallara en mil pedazos.
Me convertiste en una persona frágil y mucho más sensible, una persona que duerme pensando en despertarse al otro día y tener la posibilidad de verte, una persona que ya no vive para su familia, para sus amigos, vive pura y exclusivamente pensando en ti.
Una vez hacías lo que fuera para estar conmigo, no nos alcanzó el tiempo porque cuando mejor estábamos decidiste cortar de raíz nuestros furtivos encuentros, querías ponerme a prueba, ver si te convenía o no, según tu pase con éxito todas y cada una de esas pruebas, y el destino hizo que me viniera a vivir cerca de tu casa. Ahí hubo muchos errores cometidos, pues aún no estabas curada de las heridas de tu amor del pasado.
Con el paso del tiempo quizás yo fui pagando todos tus sufrimientos pasados, fui la diana, fui el que recibió todo y más si cabe de tus desprecios guardados y te creciste mucho. Hay muchas palabras tuyas que retumban en mi cabeza, “hago lo que puedo”, "¿qué quieres que haga?", cuando me enamoraste lo hacías todo, ahora cada vez haces menos, quizás porque te sientes segura de que me tienes. Pero olvidas algo muy importante, después de la conquista hay que mantener lo conquistado.
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