Nunca tuve miedo de extrañar a alguien, de hecho nunca he extrañado a nadie realmente, salvo a mi abuelo materno, a él lo extraño cada día desde que se nos fue de este mundo, y eso que hace ya muchos años de eso, pero a él ya no lo podre ver más en esta vida, quizás porque nunca me había enamorado, o quizás porque nunca pensé que encontraría a la mujer de mi vida. No lo puedo definir en una palabra o en un sólo sentimiento, son muchas palabras y muchos sentimientos, muchas dudas y mucha incertidumbre a la vez. Si a ti te extraño, a ti que llegaste a mí para enamorarme y luego arrebatármelo todo. No te extraño en una forma completa, te voy extrañando por partes, si tuviera que empezar lo tendría que hacer sin duda, por tus ojos electrizantes, esos que me hablaron en una primera mirada de que tal vez tú eras todo lo que espere desde siempre, laberintos vivos en los que me pierdo. Extraño el tono de tu voz, el aire de las palabras cuando hablas, esos sonidos que emites y que tanto me enloquecen. Extraño tu risa. Extraño tus labios. Extraño la forma delicada en la que duermes, extraño tu espalda y tu torso desnudo que es como un sol que ilumina todas las mañanas de mis días. Extraño todos los rincones de tu cuerpo que son pequeñas galaxias y que me hacen pensar que eres infinita. Extraño las cicatrices en tu piel que me confirman la edad y la vida que has vivido. Nunca había tenido tanto miedo de extrañar. Miedo de que ya no estés aquí, miedo de envejecer sin ti. Miedo de la traición, de la mentira o el desamor. Miedo de no volver a amar después de ti, de no volver a sentir después de ti. Miedo de perderme, miedo de no encontrarme. No me hagas extrañarte más porque ahora que estás, estoy en la vida, amor.
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