No existe manera más hermosa de decirle a alguien que la amas que abrazándola. Admito que me fascina abrazarte, sigue pareciéndome algo increíble rodear con mis brazos a la mujer de mi vida, al tesoros más preciado del mundo. Cuando me sonríes me tiemblan las rodillas, y con tu mirada eres capaz de hipnotizarme. Hablar de tu sonrisa es hablar de la melodía más dulce y tierna que conozco. Quedo perplejo al saber que he sido el único capaz de hacerte sentir mujer, femenina y valorada, que poco o nada se han parado a pensar los hombres que han pasado por tu vida antes que yo lo maravillosa que eres, pero gracias a ellos yo hoy me siento afortunado.
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