Mi querido y estimado Fernando te escribo para informarte que estamos totalmente dominados, hemos perdido la batalla, sólo lee esta pequeña carta y comprenderás.
Me he dejado tocar y dulcificar con el suave sonido de su voz, no pude evitarlo, pero cada vez que ella te susurra al oído, me transparento por completo y es por ello que de tus labios salen aquellas poesías que tanto le encantan a ella. Su sonrisa fue creada para nuestro deleite, ha sido la única en el planeta que ha logrado sonrojarte, y a mí, acelerarme a tal punto que creo llegar a perecer, pero mágicamente cuando ella te besa, resucito en su corazón, ya mis movimientos son impulsados por el corazón de ella, discúlpame, he perdido totalmente mi dominio, ya me domina ella. Viene y va su mirada que nos observa intentando conocer algo más allá de lo superficial de nosotros, esa mirada que te lee todo, esa mirada misteriosa que tanto te intimida, esa mirada con la que te sientes tan desnudo y por ende me desnuda a mí. No sé si lo sientes, pero cada vez que ella pronuncia tu nombre, tu alma se alimenta, tu alma se ilumina. Su piel, su aroma, su aliento, su talento, su inteligencia, dedicación, responsabilidad, su esencia, sus celos y malgenio, sus cualidades y defectos, nos tiene cautivados. Fernando nos hemos enamorado de aquella dama. No pude seguir las reglas establecidas sólo sucedió, espero no me guardes rencor. Solo un consejo, deja que su amor te toque por completo y no te defiendas de ella, hazlo por los dos, vivamos y disfrutemos este momento que el Universo nos ha regalado, sin importar qué. Arriésgate sin miedo, que yo, ya lo hice.
Atentamente: Tu corazón.
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