Todo el mundo alguna vez en su vida se siente solo, absolutamente solo. A mí nunca en toda mi vida me había ocurrido hasta ahora. Es curioso que justo cuando encontré a la mujer de mi vida, después de toda la vida esperándola, me siento solo, muy solo. Es una situación frustrante, y no es algo que sucede hace poco, cuando no es por una cuestión es por otra, al principio lleno mis días, pero eso fue algo efímero, como una vaga ilusión, pronto deshincho ese globo que había creado de abrumarme con sus encantos y atenciones, para pasar a una situación de no mover un solo dedo por mí. Todo gira en torno a sus necesidades, las mías no existen, a sus problemas, los míos no existen, a palabras como no puedo, hago lo que puedo, ahora no puedo hablar………., o a preguntar ¿Qué quieres que haga?, ¿Qué puedo hacer? Es como primero yo, luego yo y después yo. Y no solo eso, siempre soy el último en cualquier cuestión que no sea relacionada con sus problemas y necesidades, nunca hay tiempo para mí, para nosotros, e incluso los más mínimos detalles han ido poco a poco desapareciendo, haciéndome sentir que he caído en su olvido casi todo el tiempo, me llego a preguntar si a lo largo del día me piensa en algún momento, si se pone en mi lugar. Por el contrario yo espero sus llamadas, sus mensajes, y mientras no dejo de escribirle sobre mis sentimientos, sobre nosotros, escritos y poemas. Antes le daba me gusta a todos, incluso me decía que le encantaría hacer comentarios, y bien he entendió que no puede ya hacer lo primero y que nunca pudo hacer lo segundo, pero que menos que tener la deferencia de comentármelos aunque fueran de manera privada, más que nada porque me da la sensación de que si no los hiciera le importa tanto como si los hago. Hay momentos en los que me hace pensar que está jugando a desgastarme hasta que no pueda más. Sé que te vas a enojar, o quizás peor vas a ignorar lo que acabo de escribir que no es otra cosa que lo que siento. Me duele mucho tu indiferencia, y así como yo he cambiado ciertas cosas que no te gustan, son pocas las que te he dicho que a mí me desagradan y una, tal vez la más importante es sentirme ignorado, ignorado por ti.
Un hombre enamorado, desesperado y decepcionado.
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