Puede que amarte sea un infierno, pero tu infierno es mi cielo, y mi cielo está en tu infierno. Mi infierno está en ese balanceo seductor, de tus caderas, en ese atisbo de lujuria en tus labios, en esas esencias de tus orgasmos que viven aspirados en mi nariz. Ese infierno está en tus senos, en tus piernas perfectas, en tus ojos, en la suavidad de tu piel. Bienvenido ese infierno que es mi cielo, ya quisieran muchos vivir en este infierno.
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