Nunca ha sido la venganza mi arma, tampoco tengo la capacidad de guardar rencor, ahora no quiero que mi alma enferme por desfachateces ajenas, me inculcaron valores, sé perdonar.
No me gustan las personas maleducadas, la insolencia, me gustan las gentes con sencillez, con naturalidad, humildad y franqueza, que desprendan vitalidad y alegría con una sonrisa, que desencadenen positividad tan sólo con una mirada, con un gesto.
Existen algunas personas que recurren a la maldad y siempre alzan la voz para enemistarse y humillar a sus prójimos, que se pasan el día haciendo movimientos bruscos con las manos y blasfemando y maldiciendo continuamente. Personas que tratan de elevar su superioridad ofendiendo y degradando, que alimentan su ego sólo con dañar y herir pobres corazones.
Prefiero a personas que se entusiasman con la vida, y a pesar de las dificultades en su existencia, saben apreciar el valor que tiene la vida. Gentes que luchan por la felicidad, por su bienestar, que no son materialistas y que consiguen la paz siendo idealistas, unos altruistas, que se contentan con lo que poseen y no buscan la abundancia en el dinero.
Esos que sabe hablar el idioma del alma y siempre se expresan con el corazón en la mano, en busca de la calma, concordia y armonía.
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