Hoy me levante después de una noche más de desvelo, como cada día desde hace ya muchas noches, cuando no soporto seguir más en nuestra cama vacía dando vueltas, cuando la ciudad sigue durmiendo, cuando miro por la ventana y solo están las luces encendidas de las calles vacías, cuando aún faltan muchas horas para que aparezcan los primeros rayos de sol, cuando todo es silencio. Y me levante lleno de dudas, de incertidumbre, de tristeza, de nostalgias, como cada día desde hace ya mucho tiempo. Y siento odio hacía mi, odio por amarte a destiempo, detestando esta costumbre de prepárame el café para mí solo y encender el ordenador y ponerme a escribir como si te hablara y tú me escucharas, odiando esos momentos en los que me he dejado arrastrar por tus deseos, por tu ira, por tus desaires, por tu chantaje emocional, por tus excusas, por tus pretextos, pero sobre todo por tus ausencias. Te he amado y te amo mucho, más incluso de lo que pudiera haber imaginado jamás que lo haría, y tu actuando pensando en ti, en lo tuyo, en los tuyos, pero nunca en mi, yo solo soy una sombra para ti, me dejas en el olvido, soy una marioneta que tomas cuando llegan tus problemas y la ignoras el resto del tiempo. Hasta que llegue el día que me pierdas, y quizás cuando quieras recuperarme ya sea tarde porque ya tenga otros planes, cuando acostumbrado a tus ausencias haya olvidado que necesito amarte aunque no haya dejado de hacerlo. Tu ya comprobaste lo que es estar conmigo, lo que es sentirte amada pero sobre todo mujer, femenina y valorada. Quizás tu ya obtuviste lo que le imploraste a Dios en aquel monte años atrás, encontrar el amor que durante años has prescindido de él, encontrar a un hombre al cual amar y sentirte amada aunque fuera solo un día de tu existencia, sentir lo que la vida te había negado antes de conocernos. Por el contrario yo no esperaba algo efímero, mi deseo desde siempre era encontrar a la mujer de mi vida, sentir lo que es amar porque amado me he sentido muchas veces, ingrato destino ahora ya no me siento amado por ti, y vivir el resto de mis días junto a esa mujer con la sola intención de hacerla feliz y que a través de su felicidad ser feliz yo también. Odio recordar los años que le escribía a una mujer imaginaria, a un amor imaginario, porque ahora aunque te encontré siento la misma sensación que entonces, que solo estas en mi mente y en mi imaginación, porque carezco de tu presencia. Hoy siento que he perdido, que poco a poco va agonizando todo lo que hemos vivido, que es un calvario solo vivir pensándote, que me siento crucificado en la cruz de nuestro amor. Que nada queda de aquella mujer que me enamoro, que aunque no dejo de aferrarme a los recuerdos de aquellos días en que eras una mujer valiente y arriesgada, dispuesta a todo por nuestro amor, esa mujer ya nunca más volverá. Y tú que siempre has andado con miedos y dudas, me pasaste primero a mí el miedo a perderte y ahora las dudas de que me ames. Ojala se produjera alguna reacción en ti que desvaneciera cualquier duda en mi, hace mucho que la espero, el tren se va.
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